Cuando escribí Boutade estaba en un momento de absoluta
inmersión. Escribía contra mi novela anterior, Mundo Porno. El elemento autobiográfico de MP me había llegado a hartar,
era casi imposible mantener una charla con alguien que hubiera leído ese libro
que no cayera en la pregunta ¿pero cuánto
de esto que se cuenta fue realmente así?
Así que Boutade nació de la necesidad de
destrozar desde adentro la Literatura del Yo. Crear un narrador fácilmente
identificable con el autor (como sucede en esta rama tan en boga) y vaciarlo
de sentido personal, para rellenarlo luego de muchas cosas: escenas que veía en
la calle, sugerencias de comerciales de TV, referencias literarias, situaciones
de terceros, y sí, algunas experiencias personales remixadas, entramadas con las
de otros.
Y estaba seguro
de que este experimento iba a ser muy mal recibido. Mis amigos escritores más
cercanos me escucharon decir que si gustaba apenas a uno de cada tres lectores
ya iba a ser un logro porque es un libro que hace mucho por molestar a la
persona del otro lado de la página.
Y después pasó
lo inesperado. Empezó a ser leído con mucho agrado —incluso entusiasmo— por
gente que provenía de diferentes ámbitos. Gente que oscilaba entre el elogio
hiperbólico —supongo que no es casualidad que muchos de los más entusiastas estuvieran
pasando por situaciones de crisis de pareja— y el extrañamiento ante un tipo de
libro que veían como una apuesta diferente, una búsqueda en algún punto
exótica (al menos en el marco de la narrativa joven argentina actual).
A un año de
publicado, en las últimas semanas me han llegado varios emails de gente que
recién descubre Boutade. Cuando abro
esos mails y enfrento las palabras todavía tengo cierta sensación de irrealidad.
Una especie de esto no puede haber salido
bien; supongo que me preparé tanto para que saliera mal que nunca contemplé realmente
la posibilidad del opuesto.
De estos últimos
emails, y manteniendo el anonimato que le debo a sus autores, me permito citar
algunas líneas a modo de celebración conmigo mismo —y con todos esos lectores
impensados que encontraron en Boutade
un espejo roto, una grieta literaria:
«Las frases, la
música (aunque no te seguí con las recomendaciones strictu sensu) y por
supuesto, algunas cosas me llegaron muy hondo, tal vez porque yo estoy en
crisis y esta novela habla de crisis y de cambio, de RevoluciónAria —bueno, de eso
no por suerte—. (…) soy malo para las críticas así que solo te diré que me
encantó, me cagué de risa y me dejó pensando muchísimo...»
«(…) cuando tira
aforismo, esa intención de que uno pueda subrayar frases. Excelente que un
personaje se llame "El hombre que sabe que no va a morir un martes".
Eso tiene de interesante Boutade, se
anima un poco más a algo más perverso.»
«Hace tres días
terminé de leer Boutade. Todavía
tengo las imágenes presentes, me encanta cuando un libro me provoca eso, pasan
los días y sigo pensando en él. Este libro me ocasionó risas, tristezas,
nostalgia y otras cosas. Me encontré en varios pasajes, algunos cómicos otros
no tanto, pero todo el recorrido fue impecable. No soy crítica por supuesto, soy
tan solo una simple lectora que quedó encantada con esta genialidad literaria.
Tendré que conseguir otras obras suyas.»
Gracias, más de lo que puedo decir, desde
ese lugar que será siempre el otro lado de la página.
#
#
No hay comentarios:
Publicar un comentario