miércoles, 2 de diciembre de 2015

| ele |



 

Fue un 5 de marzo de 1997 cuando nos conocimos. No existían los blogs. No existía Facebook: yo no podía ver un posteo o la última canción que colgaste y decodificar tu estado de ánimo. No teníamos audios ni llamadas de Whatsapp, no teníamos internet como hábito cotidiano. Fue por entonces que saqué mi primera cuenta de email, aunque nadie sabía muy bien para qué servía, era más una extravagancia.

***

Una imagen evocativa de todo este tiempo: el viaje a Mar del Plata en 1998, en el que alternábamos Pink Floyd con las Spice Girls.


***

No teníamos mensajes de texto. No teníamos celulares, y por eso alguna vez nos gastamos fortunas en llamadas interminables que viajaban de fijo a fijo entre Palermo y La Plata.

***

Una imagen evocativa de todo este tiempo: el día que cumpliste años en medio de un rodaje y te llevé un alfajor con una vela.


***

No había cables USB alrededor, y todavía armábamos videotecas en VHS, que pronto iban a desplazarse al DVD y luego al Bluray, el streaming y los torrents. Es decir que tenemos tres formatos de video hogareño encima desde aquel miércoles 5 de marzo de 1997. Por entonces, el codec de video que el mundo informático usaba era el MPEG. Todavía no se había virado al DivX, al Xvid, al Mpeg4, al MKV. Alta resolución era 720 x 480.

***

Una imagen evocativa de todo este tiempo: los tres días del festival de cine que vos te pasaste en cama con fiebre, en la costa, mientras yo te contaba las películas y te traía revistas con horóscopos y consejos para la mujer moderna.


***

No teníamos ebooks. No existía ni la noción de Kindle. No era común todavía encontrarse un home theater. No había tablets, por supuesto, pero ni siquiera teníamos grabadoras de CD en las computadoras. Todavía era útil el diskette de 3,5.

***

Más imágenes evocativas de todo este tiempo: el día que casi me mata un policía por defender un rodaje en el tren y vos estabas desencajada del miedo cuando el tipo me quería llevar; pero también la primera vez que cantamos juntos en la casa de tus viejos, un tema de Leonard Cohen, «Coming back to you», y vos, sorprendida, dijiste: ¡nos sale bien! El entierro de mi hermano, en el que un desconocido se subió a tu auto y no paraba de llorar. La muerte de mi viejo, día que me encontraste en una disquería mirando la discografía de Lennon, yo deshecho, y vos me abrazaste y me regalaste Milk & Honey. Y los viajes a Uruguay, entonces y ahora, y los amigos en común, y el colchón (des)inflable en el consultorio, y el concierto de Waters, y la caminata por toda la ciudad buscando un hotel donde pasar la noche estudiando semiología, y Les Luthiers en la costa.


***

En 1997 yo usaba maletín y camisa formal para ir a la facultad. Y vos todavía usabas remeras de bandas metaleras. Un día nos dimos cuenta de que éramos los dos más grandes de toda la comisión, y eso parecía sellar un pacto silencioso.

***

Más imágenes evocativas: yo leyendo tus primeros guiones, cuando a vos te había caído el mote de "la intelectual" del grupo; vos viniendo a casa, a todas mis casas, creo que sos la única persona que las ha conocido todas, contando a mi familia incluso. Vos ayudándome a pintar mi departamento de 59, y a colocar las lámparas chinas. Vos llorando por la película-de-la-cucharita; yo, llorando porque me estaba por separar y me mataba la culpa (y me hiciste mirar la remake de Karate Kid como remedio — eso fue imperdonable).


*** 

No tengo idea cómo dos personas tan diferentes como nosotros terminan creando un vínculo tan sano con el tiempo (porque en el medio fue tenso y complicado, y unas cuantas veces nos quisimos matar y consecuentemente nos reputeamos y hasta tomamos alguna distancia necesaria). Pero no es sólo que el vínculo se volvió más fuerte, más sano, más genuino, sino que tan diferentes como éramos, nos fuimos encontrando más parecidos en todo aquello que es esencial. Y luego está esa frase de Kill Bill, que funciona en ambas direcciones: Your side always was a bit lonely. But I wouldn't sit anywhere else.  

Y ya sabés. Pase lo que pase, nadie podrá quitarnos nuestro amor por Beethoven.




#

1 comentario:

  1. No te conozco Elena pero Juan te describe de una manera fantástica y siento por sus palabras que sos realmente una mujer increíble... :) Se feliz!

    ResponderEliminar