Fue un 5 de marzo de 1997 cuando nos conocimos. No existían los blogs. No existía Facebook: yo no podía ver un posteo o la última canción que colgaste y decodificar tu estado de ánimo. No teníamos audios ni llamadas de Whatsapp, no teníamos internet como hábito cotidiano. Fue por entonces que saqué mi primera cuenta de email, aunque nadie sabía muy bien para qué servía, era más una extravagancia.
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Una imagen evocativa de todo este
tiempo: el viaje a Mar del Plata en 1998, en el que alternábamos Pink Floyd con
las Spice Girls.
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No teníamos mensajes de texto. No
teníamos celulares, y por eso alguna vez nos gastamos fortunas en llamadas
interminables que viajaban de fijo a fijo entre Palermo y La Plata.
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Una imagen evocativa de todo este
tiempo: el día que cumpliste años en medio de un rodaje y te llevé un alfajor
con una vela.
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No había cables USB alrededor, y
todavía armábamos videotecas en VHS, que pronto iban a desplazarse al DVD y
luego al Bluray, el streaming y los torrents. Es decir que tenemos tres
formatos de video hogareño encima desde aquel miércoles 5 de marzo de 1997. Por
entonces, el codec de video que el mundo informático usaba era el MPEG.
Todavía no se había virado al DivX, al Xvid, al Mpeg4, al MKV. Alta resolución
era 720 x 480.
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Una imagen evocativa de todo este
tiempo: los tres días del festival de cine que vos te pasaste en cama con
fiebre, en la costa, mientras yo te contaba las películas y te traía revistas
con horóscopos y consejos para la mujer moderna.
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No teníamos ebooks. No existía ni
la noción de Kindle. No era común todavía encontrarse un home theater. No había
tablets, por supuesto, pero ni siquiera teníamos grabadoras de CD en las
computadoras. Todavía era útil el diskette de 3,5.
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Más imágenes evocativas de todo
este tiempo: el día que casi me mata un policía por defender un rodaje en el
tren y vos estabas desencajada del miedo cuando el tipo me quería llevar; pero
también la primera vez que cantamos juntos en la casa de tus viejos, un tema de
Leonard Cohen, «Coming back to you», y vos, sorprendida, dijiste: ¡nos sale bien! El entierro de mi
hermano, en el que un desconocido se subió a tu auto y no paraba de llorar. La
muerte de mi viejo, día que me encontraste en una disquería mirando la
discografía de Lennon, yo deshecho, y vos me abrazaste y me regalaste Milk & Honey. Y los viajes a
Uruguay, entonces y ahora, y los amigos en común, y el colchón (des)inflable en
el consultorio, y el concierto de Waters, y la caminata por toda la ciudad
buscando un hotel donde pasar la noche estudiando semiología, y Les Luthiers en
la costa.
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En 1997 yo usaba maletín y camisa
formal para ir a la facultad. Y vos todavía usabas remeras de bandas metaleras.
Un día nos dimos cuenta de que éramos los dos más grandes de toda la comisión,
y eso parecía sellar un pacto silencioso.
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Más imágenes evocativas: yo
leyendo tus primeros guiones, cuando a vos te había caído el mote de "la intelectual"
del grupo; vos viniendo a casa, a todas mis casas, creo que sos la única
persona que las ha conocido todas, contando a mi familia incluso. Vos
ayudándome a pintar mi departamento de 59, y a colocar las lámparas chinas. Vos
llorando por la película-de-la-cucharita;
yo, llorando porque me estaba por separar y me mataba la culpa (y me hiciste
mirar la remake de Karate Kid como remedio — eso fue imperdonable).
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No tengo idea cómo dos personas
tan diferentes como nosotros terminan creando un vínculo tan sano con el
tiempo (porque en el medio fue tenso y complicado, y unas cuantas veces nos
quisimos matar y consecuentemente nos reputeamos y hasta tomamos
alguna distancia necesaria). Pero no es sólo que el vínculo se volvió más
fuerte, más sano, más genuino, sino que tan diferentes como éramos, nos fuimos
encontrando más parecidos en todo aquello que es esencial. Y luego está esa frase de Kill Bill, que funciona en ambas direcciones: Your side always was a bit lonely. But I wouldn't sit anywhere else.
Y ya sabés. Pase lo que pase, nadie podrá quitarnos nuestro amor por Beethoven.
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No te conozco Elena pero Juan te describe de una manera fantástica y siento por sus palabras que sos realmente una mujer increíble... :) Se feliz!
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